Una vez más, y van ya muchas, asistí a un funeral en mi pueblo. Viajé desde Pamplona con algo de lluvia, y ésta curiosamente arreció con la entrada del féretro a la iglesia y en el momento del entierro. Parecía que quisiera castigarnos a los que volvemos al pueblo para los acontecimientos sociales.
Como ocurre últimamente, los entierros se están convirtiendo en ocasión para los encuentros familiares y, claro está, de amigos y conocidos. Acabadas las honras fúnebres vienen los saludos, se juntan los típicos corrillos de conversación, y ésta se refiere a los recuerdos de un pasado ¿feliz? (quizá por pasado) y los proyectos de futuro. (klik egin-ver más)
No hay comentarios:
Publicar un comentario