¿Os imagináis a una persona de setenta y tantos años en el tejado de la casa del sacristán de Ujué arreglando goteras?
Un escalofrió de vértigo recorre mi cuerpo todavía cuando recuerdo a mi padre, ya viejico, allá arriba en esa tarea. Él, nosotros, vivíamos ahi pues la vivienda era inherente a su cargo de sacristán y allí vivió desde el año 1964. El tejado, nunca estuvo en buenas condiciones, así que cuando había goteras él no tenía más remedio que subir a arreglarlas con riesgo de resbalar y caer a la calle desde aquella formidable altura.
Los tejados de esa casa, nunca fueron reparados por la parroquia. Si hubo un control para eliminar o evitar goteras, fue gracias al trabajo espontáneo del bueno de José Miguel, mi padre.
Los demás tejados, descuidados por completo. Siempre esperando que la Diputación viniese a arreglarlos. La parroquia no gastaba ni un duro en ellos. (klik egin-ver más)
Mikel Burgui
Un escalofrió de vértigo recorre mi cuerpo todavía cuando recuerdo a mi padre, ya viejico, allá arriba en esa tarea. Él, nosotros, vivíamos ahi pues la vivienda era inherente a su cargo de sacristán y allí vivió desde el año 1964. El tejado, nunca estuvo en buenas condiciones, así que cuando había goteras él no tenía más remedio que subir a arreglarlas con riesgo de resbalar y caer a la calle desde aquella formidable altura.
Los tejados de esa casa, nunca fueron reparados por la parroquia. Si hubo un control para eliminar o evitar goteras, fue gracias al trabajo espontáneo del bueno de José Miguel, mi padre.
Los demás tejados, descuidados por completo. Siempre esperando que la Diputación viniese a arreglarlos. La parroquia no gastaba ni un duro en ellos. (klik egin-ver más)
Mikel Burgui
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