“Putito”, así es como lo conocíamos la mayoría de sus paisanos, era un hombre pequeño de estatura y gigante de corazón. Desprendido en lo material hasta el extremo, Javier Mendaza fue, sobre todo, hincha incondicional del Erri Berri, equipo de fútbol de Olite en el que militó durante una década.
Su juego duro pero franco, su carácter desprendido y simpatía personal le granjearon la amistad de media Navarra que se batía cada domingo en los campos del fútbol aficionado.
Como deportista íntegro que era, Mendaza creció y se despidió en el Erri Berri. En 1975 acabó en Olite su vida deportiva a pesar de ofrecimientos que, como el Aurora de Marcilla, le hicieron para seguir dándole al balón con energía.
En los últimos tiempos, “Putito” cultivaba su huerto y la amistad de los muchos amigos que tenía en el pueblo y fuera de él. Los últimos meses los pasó en una residencia de Caparroso y hace una semana ingresó en un hospital de Pamplona.
Javier Mendaza siempre estaba ahí cuándo había que echar una mano, por ejemplo, en la organización de la hoguera del san Juan que cada año preparaba el Colectivo Ordago.
Con Javier compartimos noches mágicas y resplandores de hoguera, asamos patatas a la brasa y apuramos la bota de vino todo cuanto nos dejaron. Se fue “Putito” y dijo adiós una persona a la que el corazón no le cabía en el pecho.
Luis Miguel Escudero