Será el candidato del PSN a las elecciones autonómicas venideras y no por el mero hecho de que él se postulara ayer, ya que por ejemplo el anterior secretario general protagonizó una autoproclamación de parecido tenor y la central socialista lo achicharró. Roberto Jiménez encabezará la próxima lista al Legislativo foral porque está ungido por José Blanco, a la sazón vicesecretario general del PSOE, quien ya lo apadrinó para alcanzar el liderazgo del PSN -triste óbito de Carlos Chivite mediante- tras el papelón del pitillés como portavoz parlamentario en el último debate de investidura de Miguel Sanz. Un servicio casi impagable a juicio de la superioridad porque, recordemos, aún latían el denominado agostazo de 2007 y la dimisión posterior del desautorizado Fernando Puras por su aproximación a NaBai e IU para privar a UPN del poder. En síntesis, que Madrid paga a leales, Jiménez a fe que lo ha sido y ahora tendrá su premio en forma de candidatura -pese a las dudas que ciertos aspectos de su perfil suscitan en Zapatero y Leire Pajín- como antes gozó de la protección de Blanco para blindarle como mandamás del PSN. Eso no significa que el proyecto de Jiménez carezca de detractores en el socialismo navarro, pues al menos una cuarta parte de la militancia lo rechaza, en especial el compadreo con UPN. Lo que ocurre es que esas gentes discrepantes han optado por que las cuitas de orden estratégico no afloren en público para no socavar la sigla, una posición responsable que, salvo sorpresa, ahorrará unas primarias a Jiménez. La derivada es que, en caso de fracaso electoral, no cabrán excusas. Víctor Goñi, en Diario de Noticias
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