
Del 68 salió el lema “prohibido prohibir”. En efecto. Una divisa que creyó haber descubierto las claves de la libertad moderna. Pero aquellas llamadas suyas estaban relacionadas con el consumo y con la libertad estrictamente individual. “Déjenme tranquilo si quiero quitarme la vida con heroína, con el alcohol o con el tabaco, si ese es mi deseo. No me persigan ni me agobien los poderes públicos”. Pero la divisa no fue, ni podía ir, más allá. Y no incluía el principio de que yo, fumador, tengo derecho a fumar y también el de contaminar a los demás con el humo de mi cigarro. Esa es la diferencia. (klik egin-ver más) Jaime Richart (Kaos en la Red)
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