
De la niña profundamente religiosa que fui, vuelvo después de muchos años a la Iglesia, convertida en mujer lesbiana, a confesar ante seis sacerdotes diferentes mi apasionado amor por otra mujer. ¿Cómo me recibirán los curas? ¿Me aceptarán como soy, se mostrarán tolerantes y comprensivos con mi felicidad o me tratarán como una enferma y degenerada? Vamos a averiguarlo.
Ave maría purísima…
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María Jesús Méndez, en Mirales
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