En completo estado de shock. Así se quedaron las fuerzas progresistas paraguayas
tras ver cómo en apenas 30 horas el Gobierno de Fernando Lugo era expulsado del
poder mediante una versión ampliada y mejorada del golpe de estado institucional
que derrocó al presidente hondureño Manuel Zelaya en 2009. Honduras entonces y
Paraguay ahora muestran el modelo de golpes del siglo XXI: incruentos en el
momento (aunque no posteriormente, como se ha demostrado en Honduras);
periódicos en lugar de tanques; manipulación de un entramado jurídico
escasamente democrático y, finalmente, el asentimiento internacional para
legitimar la subversión de lo decidido en las urnas. (klik egin-ver más)
Alejandro Fierro, periodista (para Rebelión)
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