
Los han encontrado en una cabaña
de pastores, amontonados debajo de un plástico, cerca de Castildetierra, el
lugar más conocido de las Bardenas, cuando estaban rodando un spot publicitario
o algo. Nadie sabe de dónde han salido ni quién los ha sacado o encontrado ni,
por supuesto, quiénes son los cinco asesinados, de qué pueblo los sacaron, si
de Navarra o de Aragón, porque, en aquel verano de 1936, los asesinos viajaron
mucho en sus “coches fantasmas” o “coches de la muerte”. Todavía cabe
preguntarse cuántos quedan sin una sepultura digna y en dónde; cuántos quedan
por recuperar un rastro de identidad, la dignidad del nombre propio… Entiendo
mal el evidente disgusto que advierto cuando surgen esas preguntas, la negativa
a recomponer esa parte de la historia, si de historia se habla, que no siempre,
y sí del encono del presente para que el que van sobrando motivos.
Vivir de Buena Gana (16-10-2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario