Tener un empleo ya no es garantía para salir de la pobreza. La precariedad laboral, sumada al incremento del coste de la vida y rematada por los recortes sociales es una bomba que ha provocado que entre los nuevos pobres haya cada día más trabajadores. La brecha entre ricos y pobres crece y la clase media se desplaza hacia abajo. ¿Cómo, si no, se explica que crezca el número de hombres y mujeres que acuden a los comedores sociales pese a trabajar? Lo ven los servicios sociales, las entidades que atienden a los más desfavorecidos y lo acaban de constatar las estadísticas: en Cataluña hay casi millón de asalariados pobres. Son el 14'8% de los algo más de tres millones de ocupados, 456.397 personas cuyos ingresos están por debajo del 60% de los de la media. Para entendernos, cobran menos de 750 euros o de 1.400 si en el hogar hay dos adultos con dos hijos. (klik egin-ver más)
Clara Blanchar, En El País-edición Catalunya
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