"Se llevaron a las más nuevas, a las más jóvenes". Esa era la frase que repetían a mediados de los 90 los últimos testigos que vieron partir a un grupo de jóvenes raptadas por unos señoritos que las hicieron desaparecer el 27 de agosto de 1936 en lo que se conoce como el crimen del Aguaucho. Entre los miles y miles de asesinatos de la represión franquista, el de este cortijo situado entre las poblaciones sevillanas de Fuentes de Andalucía y La Campana es de lo más execrable. De la tradición verbal sotovocce durante décadas ha pasado a ser reconocido, documentado y publicado por investigadores como José Moreno y José María García Márquez. (klik egin-ver más)
Rafael Guerrero, en Público
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