¡JUNIO! Hola, majete. Pórtate bien. Muy bien con algunos que lo merecen de sobra, ciertamente. Quedas avisado. Chau. Hola a los demás. A lo nuestro. ¿Qué les pareció eso de que Miguel Sanz le aseguró a Enrique Goñi más o menos un salario de un millón al año durante cinco años? A mí, bien. No tengo nada en contra de que la gente gane mucho dinero. Y cuanto más cercanos a mí y más los quiera, más me alegro. Lo que me escama -con perdón- es lo siguiente: si tú ganas ese pastarro año a año -porque, como decía en el contrato o acuerdo, es lo que se estila en el sector financiero en esos pisos de "los rascainfiernos" (Gloria Fuertes)-, ¿para qué necesitas en paralelo pedir créditos o préstamos como al parecer solicitó él? Ojo, que yo en los números de cada uno no entro, pero, ¡¡¡ola!!! Que te quedas a camisas de cuadros, oye, leyendo lo que ganaban algunos en Can, como aquel que fuera comisario de la primera edición de Ágora Talentia, que ahora perpetra su tercera edición, Enrique de Mulder, al que Goñi fichó para Viálogos y cuyo sueldo rondaba los 600.000 euros anuales. ¡Eso es talento, eso! Y es entonces, aunque tampoco hace falta ser muy talentoso y espabilado ni nada, apenas tirar de sentido común, para comprender que si Sanz y Barcina y cía tenían el poder de poner y quitar a estas cabezas visibles y si las cabezas visibles ganan más que el 99% de la población, a ellos reunirse un ratillo y llevarse algo de viruta les parezca normal y bien y un peluco de 3.000 euros les haga la misma ilusión que si me saco yo uno en el tirapichón. ¡Se mueven en esos fangos! Y el Banco de España haciendo la estatua, claro. Bastante tiene con pedir que trabajemos por menos del Salario Mínimo. Venga, basta. A trabajar, a hacernos personas de provecho. Y chitón. Somos gilipollas.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias
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