
Es lo que tiene imponer, porque imposición pura y dura es obligar a regar sus tierras con agua de Itoiz a quien no quiere hacerlo. Primero se construyó el pantano, a toda costa y por encima de leyes ambientales que se modificaron ad hoc para hacerlo posible. Después se construyó el Canal, ese binomio indisoluble, pero solo la primera fase. De la segunda, que iba a bajar el agua hasta la Ribera tudelana, no hay noticias. También está por ver cuál ha sido el resultado económico y social de lo que se ha puesto en riego hasta ahora. Es evidente que llevar el agua a las tierras de secano genera riqueza, pero en la calle hay agricultores contentos y otros, decepcionados. (klik egin-ver más)
Pablo Gorría, en Diario de Noticias
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