Vengo de un pueblo pequeño como Oteitza, donde ayer se pintó en auzolan una ikurriña con el escudo navarro en el centro, porque el alcalde se niega a que esté en el balcón. Y como en ese pueblo tienen rebeldía de sobra, sacaron otra lo más grande que pudieron (14x16 metros) para llenar la plaza y decir: ¡aquí estamos! Y esas acciones inconformistas son, precisamente, las que dotan de significado a la ikurriña. Porque no es solo una bandera nacional. Por eso ayer me seguí sintiendo vasco, pero sobre todo, de Oteitza. (klik egin-ver más)
Aritz Intxusta, en GARA
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