Aunque a estas alturas de la historia uno ya poco pueda sorprenderse de lo que se dice desde el púlpito de una iglesia (vale también sinagoga o mezquita), es imposible hacer oídos sordos ante sermones como el del obispo de Donostia ayer. Su andanada contra el derecho a decidir e incluso contra «el endiosamiento de la libertad» personal suena como aquel «Muera la intelectualidad, viva la muerte» del general franquista Millán Astray, adelantando el calendario tres cuartos de siglo y cambiando el paraninfo de la Universidad de Salamanca por la basílica de Loiola y un asfixiante clima bélico por un pacífico proceso político. (klik egin-ver más)
Ramón Sola, en GARA
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