Así, la socialización de la política ha saltado de las sedes a las redes y el militante comprometido está mucho más cómodo en Twitter o Facebook que en la sede de su propio partido porque es allá donde puede hablar en libertad y, lo que es todavía mucho más importante, ser tenido en cuenta. Evidentemente de esa comodidad y ese intercambio de opinión van surgiendo poco a poco comunidades políticas que no responden en absoluto a los criterios políticos u organizativos de los partidos tradicionales. (klik egin-ver más)
Ander Muruzabal, en Nafar Herria
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