El hogaril, -pucheros en torno al fuego, caldera colgada sobre las llamas- era el lugar alrededor del cual nos juntábamos todos al calor de la lumbre.
Echados, uno a a cada lado del hogaril y arrimados al fuego, solía haber un par de troncos bastante recios y largos.
En el espacio que se dejaba entre dichos troncos se mantenía el fuego echando astillas y leña mas menuda.
Conforme los leños laterales se iban consumiendo, se los iba arrimando hacia adentro para mantener el espacio de combustión.
Pues bien, recuerdo que cuando yo era un muetico y llegaba Navidad no se apagaba del todo el fuego del hogaril.
En Nochebuena había que dejar fuego o alguna brasa encendida "pa que se calentara el niño Jesús”. (klik egin-ver más)
Blog de Mikel Burgui
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