Fue el punto final de un sábado de ferias en el que llamaban más la atención los desfiles militares por la calle Mayor y los lamentables episodios de cacheos integrales a distintas personas del pueblo, que los puesticos de la plaza o los jardines. Los vimos intentando llevarse el dinero de Gardatxo, y en actitud desafiante, ante cientos de jóvenes que disfrutaban (al menos hasta entonces) de un concierto. Los oímos amenazar. Pero los violentos, para la prensa, fuimos los que queríamos bailar. Al día siguiente casi todos los medios de comunicación se saltaban la presunción de inocencia y el deber ético de contraste. Leímos noticias en las que daban una credibilidad casi de fe a un cuerpo militar, bajo titulares sensacionalistas que, lejos de reflejar la ridícula razón de mi detención, que no era otra que la ausencia de identificación, buscaban criminalizar al sindicato que más daño les hace y ensuciar a todo un sector juvenil del que, a la vista está, no se fían. (klik egin-ver más)
Eguzkiñe Ayesa Andrés, en Diario de Noticias
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