
Dejó el fúbol un poco a regañadientes porque los compromisos personales ya no le permitían tener constancia en los entrenamientos, pero, sin duda, fue un deportista competitivo y humilde. No era un virtuoso del balón, pero sus compañeros temblaban el día que faltaba. Nos transmitía esa competitividad a todos los de su entorno. Vamos, lo que ahora se denomina un líder.
Tuve la suerte de entrenarle. Y, sobre todo a partir de ahí, nació una buena amistad. Una relación con doble mérito, porque no era fácil un aprecio sincero entre vecinos políticamente tan enfrentados en un pueblo tan pequeño. Jamás nos supuso eso un problema. Y te lo agradezco. (klik egin-ver más)
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