
No nos duele que no haya exequias católicas en nuestro nombre, nos duele esa desaprobación de lo diferente, ese culto cerrado a la tradición que rechaza a quien opta por otras prácticas. Nos duele que Francisco sea partícipe de tan penoso retroceso. No sonará el órgano en nuestro funeral, pero sonará un día la hora de la libertad en que todos respetemos escrupulosamente las decisiones del otro, sobre todo cuando vienen avaladas por poderoso argumentario, cuando son defendidas por toda una tradición oculta, por todo un elenco de grandes almas. (klik egin-ver más)
Koldo Aldai. Artaza 25 de Octubre de 2016
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