
Lo primero que Aranguren señala, desde la comprensión y admiración por la cultura y forma de vida catalanas, es el "desencanto de Cataluña" que hoy resulta casi irreconciliable desencuentro. Para resolverlo, a su parecer, había que partir y era necesaria la "autocrítica" por ambas partes. Una parte para entender y asumir que históricamente España nunca ha sido una nación sino una monarquía asentada sobre nacionalidades diversas, ni tampoco un estado sino más bien un imperio. Y la otra parte para aceptar que su ser nacional y sobre todo su lengua, que además se hallaba entonces, según él, en un cierto estancamiento literario y creativo coloquial, no eran compartidas por un sector importante de la población catalana, particularmente la originaria de la masiva inmigración de toda la península acaecida a lo largo del siglo XX. (klik egin-ver más)
Mikel Aranburu Zudaire, en infolibre.es
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