Hay dos episodios en la historia reciente de Catalunya y de España que, dentro de unos años, ayudarán a entender por qué una parte sustancial de la sociedad catalana “desconectó” definitivamente con el Estado. El primero fue el 1 de octubre de 2017, cuando la Policía Nacional y la Guardia Civil reprimieron duramente a ciudadanos pacíficos que depositaban su voto en las urnas que el Estado había sido incapaz de encontrar, a pesar de invertir todos sus esfuerzos en ello. El segundo llegó ayer, con la desproporcionada sentencia que condena a entre nueve y trece años de cárcel a los líderes independentistas por sucesos “tan graves” cómo haber impulsado manifestaciones, haber organizado un referéndum o haber permitido el debate parlamentario. La falta de comprensión, flexibilidad y visión del Estado en su conjunto para abordar el conflicto catalán se ilustran perfectamente en ambos episodios: represión, castigo y venganza donde debería haber diálogo, seducción y generosidad. (klik egin-ver más)
Santi Terraza, en Huffington Post
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