He encontrado #Spexit. También #Spainxit, con sus variantes #Spainexit y #Spain Exit, a veces con todas las letras en minúscula. Otros han preferido #Españexit, con castiza ñ. Desde el jueves pasado, día en que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea reconoció la inmunidad parlamentaria de Junqueras y Comín, miles de dolidos tuiteros hispanos abogan por la salida inmediata de la UE, ante la "humillación" que para España y su Justicia representa la sentencia de Luxemburgo. Aguerridos columnistas y encendidos tertulianos secundaban el hashtag, con intervenciones en las que casi solo faltaba pedir, a lo Trump, la construcción de un muro en la frontera pirenaica y otro en la raya de Portugal. Algunas de las invectivas antieuropeas de estos días habrían hecho enrojecer al mismo Nigel Farage, cabeza del Partido del Brexit británico. De momento, Vox ha sido la única formación política que se ha manifestado públicamente a favor de "recuperar la independencia para España". ¿Se trata solo de una momentánea pataleta al sonrojante sopapo que la Justicia Europea ha propinado a la española, o de una idea que se va instalando en una Celtiberia cada vez más inflamada por el tema catalán? Porque parece que el del otro día no va a ser el último revés que los tribunales europeos van a propinar a los españoles por su ideologizada y jurídicamente endeble actuación contra los líderes del procés. Pedro Sánchez, si efectivamente acaba formando gobierno, tendrá que hacer mucha pedagogía con una opinión pública envenenada durante años, aunque Casado no se lo va a poner fácil. Tendría gracia que, al final, el herido orgullo nacional acabara en un Spexit. Menuda oportunidad. Boris Jonhson ha conseguido salirse con la suya en su pretensión de sacar a la Gran Bretaña de Europa, pero quizás eso acabe por traer el fin del Reino Unido por sus flecos norirlandés y escocés. Lo digo por comentar.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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