Hay un libro realmente curioso del artajonés Fernando Maiora, “La jodienda, sin enmienda”, que entre las mil anécdotas que ha recabado en antiguos legajos cuenta la de la casa de citas por boca del testigo y vecino Martín Vernegal.
En la declaración que hace ante el juez, que guarda el Archivo General de Navarra, este hombre de unos 60 años precisa que la torre-burdel primero había servido de caballeriza de García Lorenz, también olitense, y que después fue cuando “vivieron unas mujeres mundanas...”, un oficio tan antiguo como el planeta, sórdido y que marcaba a las ejercientes y, como ahora, solía con hipocresía absolver a los puteros.
El Olitense
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