miércoles, 24 de marzo de 2021

GORA ERRIGORA

     Los intentos de armonizar la Ribera con el resto de Navarra vienen de antiguo. Desde que el romano Tito Livio separó el Ager Vasconum del Saltus y Prudencio llamara al Ebro río vasco a su paso por Calahorra, esa diferencia brutal entre las dos Vasconias la hemos arrastrado hasta la actualidad, ora como riqueza, ora como maldición.

    Cuando se formó lo que Lacarra llamaba la Navarra nuclear, de lengua vasca, fruto de la expansión del reino de Pamplona en el siglo X, la muga meridional pasaba por la línea Tafalla-Estella. Al sur, los árabes tomaron el relevo a los godos y durante siglos acentuaron la diferencia. Entre los siglos XI y XII la Ribera fue conquistada, pero su navarrización fue más lenta: dice Yanguas que en 1237 todavía Peralta y Tudela seguían enviado emisarios a Navarra.

    A partir de entonces, la Ribera abrazó con entusiasmo el imaginario colectivo navarro. Primero fue su resistencia a la conquista; luego, siglos XVII y XVIII, participó con el resto de Vasconia en la idea vasco-cantabrista que blasonaba la antigüedad de los vascos y justificaba sus leyes diferentes, los Fueros. Gran honor: Tudela, Tafalla o Estella, fundadas por Tubal, nieto de Noé, el primer euskaldun. Fue el primer intento en la edad moderna de dar una cohesión política a los cuatro territorios éuskaros.  (klik egin-ver más)

Jose Mari Esparza Zabalegi

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