jueves, 1 de abril de 2021

PERO MUCHO

       

                    Ya disculparán ustedes: ¡hasta los cojones! Estoy hasta los cojones de la mascarilla en exteriores, hasta la línea de flotación de tener que llevar este trasto sí o sí en todas partes cuando tengo la estratosfera sobre mi cabeza y no tengo a nadie a menos de dos metros o no me paro con nadie y no hablo ni fumo ni canto ni resoplo. Ahora, para más inri, mientras esta mierda dure, también me la tendré que poner en playas y piscinas e imagino que también en montes, bosques, etc, etc. Hay cientos de estudios que señalan sin lugar a dudas que los exteriores son un lugar con 20 veces –mínimo– menos opción de contagio que los interiores y con una opción prácticamente nula si no te paras, hablas, te acercas, etc. Comprendo que como no todos vamos a ser sensatos, alguna normita hay que poner, pero empezamos ya todos a estar hasta los huevos de va para 13 meses de normativas que, muy bien, seguiremos, pero que, por favor, muchas de ellas son directamente idiotas, estúpidas, absurdas y atacan frontalmente nuestra salud, aguante y ánimo. Evidentemente, es mejor respirar mal con una mascarilla que no respirar por pillarse el covid, pero dejemos la demagogia por un rato e intentemos tratar a los ciudadanos con cierto respeto, especialmente a los que más respetan todo. Porque es que parece que se legisla siempre para cuidarse de un 10% de lerdos pero en la chepa del 90% restante, bastante sensato y normal, mientras, eso sí, vemos que en interiores cabe casi de todo o mientras asistimos a cómo esa misma capital de la que emanan estas leyes de mierda recibe a miles y miles de turistas que se tajan como si no hubiera un mañana mientras yo tengo que dar vueltas en mi comunidad de punta a punta con una mascarilla puesta aunque esté en la cima de San Donato o en la cueva de Arpea. Hasta los cojones, completamente hasta los cojones de tanto descalabro legislativo. Disculpen el enfado.

Jorge Nagore, en Diario de Noticias

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