El recibo de la luz es un síntoma como la fiebre, el dolor de cabeza o de tripas. Algo no funciona. En la complejidad infinita del cuerpo humano puede ser síntoma de miles de enfermedades. Y no hace falta ser médico y estudiar diez años de medicina en las más prestigiosas universidades para saber esto. Lo mismo ocurre con el recibo de la luz o el precio del pan, la leche o la gasolina. No hace falta estudiar economía en la prestigiosa universidad de Harvard o Deusto para saber que unos pocos nos están robando a todos; que las multinacionales, que son las que tienen el poder real, son las que deciden cuánto han de engordar a costa de la mayoría ciudadana. Luego esgrimirán una batería de teorías y medias verdades para justificar el asalto a mano armada, con la ley en la mano, de los bolsillos de la pobre gente que lo único que hace es trabajar para vivir, unos mejor que otros. El mercado, la subasta, la escasez de crudo, los costes de transporte,las tormentas, la sequía, el viento; y no incluyen la tos de la abuela, porque se va anotar demasiado las mentiras que utilizan para decir que hay que pagar más, porque la avaricia es una virtud de los ricos. Y los gobiernos, incluidos los que se dicen socialistas, dicen que hay que vender las eléctricas a las multinacionales, aunque sean de otro país, porque con ese dinero hay que pagar la deuda pública. Que es el dinero que se ha gastado en hospitales y escuelas, entre otras cosas, como el ejército. la iglesia, sueldos y gastos de la monarquía y ministros etc., etc. Y suma y sigue. Los productos de primera necesidad deben estar en manos del Estado. Es lo que diferencia a un país de Estado de Bienestar de uno rabiosamente capitalista, es decir, que se ocupa de que los más ricos sigan viviendo mejor. Lo de siempre. Gobierne quien gobierne, el tiempo no pasa sino que da vueltas en redondo.Daniel Ezpeleta, en zarrakaztelu.eus
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