Refugiada en la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa, la primera dama de Honduras, ya despojada de ese título en aquel julio negro de 2009, vislumbró su futuro. No sería la resignada consorte de un presidente derrocado por un golpe cívico-militar. Decidió ser la primera integrante de la resistencia. Aquel 7 de julio salió a la calle e improvisó una rueda de prensa junto a los muros de la Universidad Pedagógica.
Centenares de militantes del Bloque Popular (partidarios del presidente depuesto, Manuel Zelaya) la escoltaban. A ellos les dijo, ante la mirada atónita de un puñado de periodistas extranjeros, que siguieran ondeando la bandera del pueblo. La muchedumbre no paraba de vitorearla. Había nacido una estrella política. Hoy, doce años después, Xiomara Castro (Tegucigalpa, 1959) está a punto de poner fin a la larga noche que ha vivido el país centroamericano bajo la tutela de un clan conformado por golpistas, corruptos y narcotraficantes. Si se confirman los datos provisionales de las elecciones celebradas el domingo, será la primera mujer presidenta de Honduras. (klik egin-ver más)
César G. Calero, en Público
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