Lo que más temen es la luz, dijo Vincenzo Linarello, fundador de Goel, invitado por la asociación Italia Txiki al Koldo Mitxelena. Por eso Goel usó el incendio como un foco: organizaron una fiesta con música, teatro y comidas populares, atrajeron el interés de toda Italia, recaudaron dinero para reconstruir la empresa con maquinaria aún mejor. A cada atentado responden con una fiesta. Cada restaurante atacado por la mafia se llena de clientes. Cada agricultor de Goel cobra mejores precios que los sometidos a chantaje. «No queremos convencer a los calabreses de que somos mejores personas que los mafiosos», dice Linarello, «sino de que somos más rentables». La mafia ha creado una región desastrosa, pobre y resignada. La antimafia trae prosperidad, incluso alegría. Calabria, por cierto, es una región espléndida que se puede explorar con las propuestas de turismo antimafia de Goel.
Ander Izagirre, en El Diario Vasco
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