Aunque decir eso es un sincericidio poco político, el ministro tiene razón: en estos últimos años, todos los presidentes peruanos –muchos de ellos “vacados” (destituidos)– terminaron procesados, prófugos, presos o suicidados (como ocurrió con Alan García, el alguna vez emblemático líder del Apra).
Los coletazos del caso Odebrecht –la constructora brasileña que repartió sobornos a diestra y siniestra en Brasil y América Latina– hizo estragos en un país donde el sistema de partidos había implosionado en los primeros años 90. De esa implosión, tras años de violencia demencial de Sendero Luminoso y una creciente legitimación del terrorismo de Estado como estrategia antisubversiva, emergieron varios presidentes inesperados de diferentes signos ideológicos: el “chino” Alberto Fujimori fue el primero de la saga y dio un autogolpe; el “profe” Pedro Castillo es el último y podría no terminar su mandato. (klik egin-ver más)
Pablo Stefanoni, en CTXT
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