lunes, 4 de mayo de 2009

CARCASTILLO LEVANTÓ SU CHOPO

Al igual que se hace todos los años el primero de mayo, los quintos de Carcastillo colocaron el chopo que simboliza la fertilidad de la primavera y la exaltación de la vida.

No son muchos los pueblos del entorno que mantienen esta antiquísima tradición. Sádaba es el referente cercano más destacable. También se sigue haciendo en Mélida, en Murillo y en Figarol. En algunos lugares la transmisión se ha roto porque ya el número de quintos no es suficiente. Lo destacable en Carcastillo es que, al parecer, no ha habido interrupción histórica. Hsta los viejos actuales afirman, al parecer, haber conocido toda su vida esta costumbre. Sí es cierto que ha habido cambios, puesto que si tradicionalmente los encargados eran los que entraban en quintas, actualmente lo hacen todos los que cumplen dieciocho años durante el año. Antes se alzaba en el Trinquete mediante sogas que se lanzaban desde la torre de la iglesia y las casas de la plaza, y el momento culminante era cuando un mozo se subía al chopo para soltarlas; ahora lo izan en un solar libre de la Avenida de Aragón.

Hoy nadie cree que las buenas cosechas puedan depender de la presencia del mayo. Pero las tradiciones no se pueden abordar desde una teoría racional. Son conocimientos y rituales que se reciben y se entregan a la siguiente generación. Sin más. Pero es que además son indudablemente funcionales. Configuran una manera de ser y de sentir. Generan una percepción de pertenencia que es muy necesaria hoy en día. Porque en estos tiempos de globalización cultural, guardar las tradiciones es guardar la identidad.

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