La comida autogestionada es una de las señas que distingue a este Día del Euskera de Falces. Cada cuadrilla se prepara la suya a su gusto y se forma un ambiente diferente. Se elaboraron 150 talos, se repartieron vasos reciclables, y aunque según dijeron había algo menos de gente que el pasado año, la plaza estuvo llena por la mañana y tras la tormenta de la tarde, el pueblo recuperó la animación para la hora del concierto. Fue la sexta edición de esta gran fiesta falcesina que organiza el colectivo Bienaia y con lo recaudado se subvencionarán los cursos de euskera. Un gran día y un motivo de envidia para la juventud de muchos pueblos de la Zona Media. A ver si va cundiendo el ejemplo.
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