Que UPN se haría con la presidencia de la Mancomunidad de Mairaga era previsible, los números lo anunciaban. Menos seguro era que decidiera apoderarse también con la vicepresidencia. Pero que en esta repita, bien que únicamente durante los dos primeros años de la legislatura, un dirigente expedientado y sancionado por fraude manifiesto a la entidad en cuestión, nos llena de asombro. A la hora de juzgar los misteriosos criterios de idoneidad que han podido empujar a los regionalistas y al nuevo presidente Patxi Irízar, primer teniente-alcalde de Tafalla, a designar de nuevo al ya célebre alcalde de Murillo el Fruto, no se encuentra otra respuesta lógica que el amiguismo y la prepotencia con la que se han acostumbrado a gobernar. Prácticas y estilo que representan ya una forma de corrupción, y que terminarán por pagar.
Praxku
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