El Gobierno de España ha dejado pasar la consulta simbólica del 9 de noviembre en Catalunya porque no le quedaba otro remedio. Mariano Rajoy ha mirado hacia otra parte porque no tenía mejor alternativa. La presidencia del Gobierno y la Fiscalía General del Estado estaban obligadas a escoger entre dos imágenes potentes en los noticiarios internacionales: la de los catalanes votando, o la de la policía requisando las urnas. El mundo contemporáneo presenta muchos defectos e incertidumbres, pero le ha cogido cariño a la democracia. Las urnas gustan. El día en que se cumplían 25 años del derrumbe del muro de Berlín, España, uno de los países más endeudados de Europa, no se podía permitir un drama televisado. (klik egin-ver más)
Enric Juliana, en La Vanguardia
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