domingo, 24 de febrero de 2019

CON EL ALIENTO DE VOX EN EL COGOTE

Los actuales dirigentes del PP nunca han asumido que su desalojo del poder fue consecuencia del hedor de su propia corrupción. La soberbia de esa nueva hornada de líderes fronterizos con la derecha extrema les impide soportar la humillación que supuso pasar de La Moncloa a la oficina del registro de la propiedad, y desde el minuto uno su discurso clamó venganza. Aún sin haberse repuesto de la afrenta perpetrada por el advenedizo Pedro Sánchez, se dieron de bruces con otro advenedizo -otro más- que les arrebataba el discurso de la españolidad y, ¡horror!, que les hacía sombra electoral. Para achicar el agua que amenazaba naufragio a golpe de oleada rojigualda de Vox, el PP ha dado con el líder adecuado, un Pablo Casado lenguaraz, cínico, tramposo sin ningún escrúpulo.
Con el aliento de Santiago Abascal en el cogote ya trasquilado por el C’s de Rivera, Pablo Casado tembló ante la posibilidad de que el caladero de votos en el que el PP venía chapoteando plácidamente desde la transición se viera tan mermado que el regreso a La Moncloa fuera una ensoñación. A Casado se le encendió la luz cuando, a pesar del descalabro de su partido en Andalucía, pilló jefatura en la Junta. Eso sí, a costa de abrazarse con sus competidores directos, Ciudadanos y Vox. Y como de lo que se trataba era de pillar Moncloa, Casado bendijo ese abrazo dándole carácter de continuidad.   (klik egin-ver más)
Pablo Muñoz, en Grupo Noticias

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