Se suele creer de los hijos pródigos que, tras dilapidar el patrimonio o el buen nombre de la familia, tarde o temprano vuelven a casa donde, como en la parábola, son recibidos con un pelillos a la mar para aventar los agravios y los brazos abiertos de par en par. Lo pensaba el PP de Vox, carne de su carne, y tan convencido estaba del retorno de la ultraderecha al redil que ni siquiera esperó a que Abascal llamara al timbre para reírle las gracias y pasarle la mano por el lomo con la misma temeridad que el finado Ángel Cristo mostraba con sus hambrientos leones. El resultado de tanta insensatez es que Vox no ha dejado de comerle al PP la tostada y la moral y que su cruzado en jefe lleva tiempo subido a las barbas de Pablo Casado en plan acróbata circense.
La última maniobra del intrépido Campeador de Amurrio, el anuncio que presentará una moción de censura en septiembre, cuando afloje la calor, no deja de tener una buena dosis de astucia y mucho cachondeo. Es evidente que el destinatario última de la moción no es el presidente del Gobierno ni su coalición socialcomunista, separatista y "criminal" , sino su barbudo socio de Colón, al que llama a retratarse ante el electorado que ambos se disputan en su competición de barbaridades. (klik egin-ver más)
Juan Carlos Escudier, en Público
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