Bolivia, por sus grandes reservas en minerales, gas y petróleo, muchas veces ha sido considerada como un mendigo sentado en un trono de oro.
Al menos hasta finales del 2005, que es cuando el MAS (Movimiento Al Socialismo) ganó las elecciones generales con un casi 54%, bajo la dirección de Evo Morales. Sin embargo, haciendo bueno el dicho según el cual “la alegría dura poco en la casa del pobre” (en este caso del mendigo), aunque el MAS volvió a ganar en primera vuelta las elecciones del 2019, los poderes fácticos de siempre (clases adineradas y alta burguesía criolla, la iglesia, altos mandos militares e incluso sectores de la clase media que en las anteriores elecciones del 2009 y 2014 le apoyaron masivamente), con la excusa de “fraude electoral” a todas luces inexistente (como ya se demostró entonces y más ahora después del último triunfo del MAS), dieron un golpe de estado que obligó a exiliarse al presidente y vicepresidente, primero a México y de allí a Argentina. Los golpistas contaron con el inestimable beneplácito (y se supone que ayuda) de USA, y de su perrito faldero la Unión Europea, entidad política en la que cada vez más y más europeos no nos sentimos representados en ella. (klik egin-ver más)
José E/Josela
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