El 22 de diciembre de 1994, el entonces ministro del Interior, Antoni Asunción, confesó a Manglano que su antecesor, José Luis Corcuera, había instigado el envío de cartas-bomba a simpatizantes de la izquierda abertzale que presuntamente colaboraban con ETA. Se buscaba pagar a la banda con su misma moneda. Uno de esos envíos acabó con la vida del cartero eventual José Antonio Cardosa, de 22 años. Ocurrió el 20 de septiembre de 1989 en Errenteria. Al tratar de doblar el sobre para que entrara en el buzón del destinatario, un militante de Herri Batasuna, se activó el explosivo que le provocó la muerte al joven. Nadie reivindicó el atentado, aunque desde el principio olía a lo que fue: guerra sucia, pese a que teóricamente el GAL había cometido su último atentado dos años antes. (klik egin-ver más)
Javier Vizcaino, en Grupo Noticias
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