Fernando Maiora acaba de publicar el segundo tomo de “Euskera en la Valdorba”. Este trabajo, dedicado a Barasoain, supone la cuarta entrega de su ya larga e impagable contribución a la investigación y divulgación de la historia de nuestro idioma en la Zona Media.
Comenzó con un trabajo en el año 2005 sobre la evolución del idioma en su Artajona natal. Consultó miles de documentos poco menos que clandestinamente para sortear los obstáculos que le puso en su camino el ayuntamiento, entonces en manos de UPN. Incluso llegaron a cambiar ad hoc la normativa para el acceso a los archivos. En su afán de demostrar que la historia de su pueblo no comenzó en julio de 1936, encontró testimonios escritos que probaban que la juventud artajonesa hablaba en euskera en 1815. Este libro se tituló “Euskera en Artajona-Artaxonan euskeraz” y un año más tarde, publicó el segundo, “Lo autóctono en Artajona-Artaxonako hitzak eta lurrizenak”.
Maiora, agricultor de profesión e investigador y escritor en sus ratos libres, publicó el año pasado el primer producto de lo que posiblemente sea una serie de libros dedicados al euskera de la Valdorba. Lo dedicó a Pueyo-Irigoyen, pues este segundo nombre es al parecer el del barrio en el que se produjo el primer asentamiento de vecinos; su zona alta, frente a Iriartea (zona intermedia) e Iribarren (parte baja).
Ahora acaba de publicar su cuarta y por ahora última obra “Euskera en la Valdorba II. Barasoain”, con mención especial para el maestro Turrillas(1905-1997) , referente de la música popular navarra. Tras una breve descripción filológica del euskera barasoaindarra, estudia el nombre de las casas familiares, que hacen casi siempre mención del dueño de la casa, de su apodo, de su profesión o del lugar de origen de sus progenitores. Analiza también los topónimos históricos para terminar con un vocabulario autóctono, un compendio indispensable para impedir la pérdida o el olvido de tanto término euskérico que ha pervivido al ocaso de la utilización social de la lengua.
En 1863 el príncipe Bonaparte incluyó a Barásoain entre las localidades en las que todavía se usaba habitualmente el euskera. La Valdorba, situada en la zona norte de nuestra merindad, era uno de los últimos reductos en los que se mantenía el uso del idioma, asediado por los efectos de las guerras contra Francia y las carlistadas. Según Irigaray, a finales del siglo XVIII la frontera entre las dos comunidades lingüísticas, vascófona y romanzada, atravesaba Navarra de oeste a este por Eulate, Amillano, Estella, Artajona, Tafalla, Lumbier y Orradre. La pérdida del euskera en la zona media navarra, es por tanto, mucho más reciente de lo que muchos nos quieren hacer creer.
Fernando Maiora ha editado 1000 ejemplares de esta su última obra, que se pueden adquirir al precio de 20 euros. Una excelente inversión para cualquier interesado en el estudio de nuestras raíces.