¿Qué va a pasar con Arantzazu, el santuario y el resto de instalaciones de los franciscanos en este privilegiado emplazamiento oñatiarra? "Pues no lo sé ni yo y me avergüenzo al decirlo, porque es una pregunta tan profunda y difícil... Nos hemos puesto mil veces a pensar sobre el futuro de Arantzazu, pero no hemos adoptado una decisión, no tenemos la receta", reconoce Joxe Mari Arregi, el ministro de la provincia de Arantzazu.
El problema no es inminente. "Todavía tenemos capacidad de autonomía para diez o quince años, porque tenemos algunos frailes jóvenes, unos cuatro o cinco de 60 años, euskaldunes, pero es cierto que es la pregunta del millón. De momento, intentaremos darlo todo, pero tendremos que ponernos a pensarlo pronto para que no nos pille desprevenidos", dice Arregi.
Cree que "la propiedad de Arantzazu la tendrá que asumir la diócesis, porque nosotros, en nuestra orden (franciscana), somos 11.000 en todo el mundo, pero en este caso, para Arantzazu es imprescindible el euskera y la cultura vasca, ser de aquí. Si no, traeríamos frailes de cualquier otro lado y ya está".
"Cogeremos el cobijo de la orden, pero la diócesis siempre estará ahí. Habrá que ver también la dirección de la diócesis; en 500 años, los franciscanos le hemos dado nuestro sello a Arantzazu. Hay frailes nuestros en Corea, que fueron a aprender el idioma y han sido fundamentales creando la provincia de Corea. Frailes que fueron desde aquí. Si trajésemos unos hermanos de Corea, podríamos integrarlos en Arantzazu, eso se podría hacer con cinco, pero luego la continuidad es más complicada. Hay que pensar a largo plazo qué queremos para Arantzazu. Pero yo creo que seguimos sin una respuesta, porque es una pregunta demasiado compleja. Yo pienso que siempre tendremos el apoyo y el resguardo de la Iglesia", concluye el franciscano.
Mikel Mujika, en Noticias de Gipuzkoa