Aún no abundando en nuestro entorno geográfico montañas al borde de la inaccesibilidad, todo aficionado que participe en la cada vez más extendida aspiración de alcanzar durante su vida todas las cumbres a su alcance, tiene en mente unas cuantas -Antxoritz, bien cerca de Iruñea, Peña Karria en el sudoeste alavés, Hargibel en Zuberoa o el Midi d'Ossau en territorio bearnés, por citar algunas-, destacadas por su dificultad superior a la de una excursión normal. Junto a estas, hay otra, que lejos de requerir precauciones previas por las características de la subida, también la tienen marcada en rojo muchos montañeros, puesto que por otros motivos diferentes también implicaba la subida poner en riesgo la integridad física. Se trata de Peña, cima que en su vertiente navarra quedó en 1993 enclavada en el interior de una finca en la que se organizan cacerías y a la que no se puede acceder por medios normales, pues el acceso está protegido por una valla de unos dos metros y medio de altura. Durante años un guarda de nacionalidad rumana se esmeró en aplicar la inflexibilidad al límite para que nadie osase quebrantar la privacidad. El que está actualmente es de otro talante y accede, si se habla con él, con buena disposición a facilitar la entrada situada en la parte superior del cementerio del despoblado. A nosotros, que subimos el pasado 15 de noviembre, nos atendió con suma amabilidad, se excusó por no poder subir en aquel momento y nos autorizó a saltar la valla, lo que valiéndose de los anclajes metálicos cualquier persona de agilidad media puede todavía hacer sin mayores problemas. La discreción nos obliga a no dar su teléfono móvil de forma pública.
El buzón de la cima es una réplica de la parroquia de Santa María de Sangüesa, población que vemos muy próxima desde arriba. El vértice geodésico está emplazado en territorio aragonés, pues tal como vemos en la imagen, el vallado divide la cumbre en dos. Si se sube desde las proximidades de Sos, no hay que correr ninguna aventura, pero la subida es larga y aburrida, a través de una pista. En un día claro, como el que a nosotros nos tocó en suerte, las vistas son inmejorables, desde el Pirineo hasta el Moncayo, merced a la situación un tanto aislada de la sierra de Peña.
A escasos kilómetros de Gabarderal se sitúa Torre de Peña, donde está la entrada de la finca. El recorrido, coincidente en su mayor parte con la Cañada Real de los Roncaleses, está balizado y no ofrece mayor dificultad. Es cuestión de hora y media alcanzar la cima. Si queremos andar un poco más, podemos salir desde Cáseda, por el camino del Canal de Bardenas, y alcanzar Torre de Peña.
La excursión brinda la magnífica ocasión de visitar el despoblado de Peña, que estuvo habitado hasta los años 30. Cuentan que buena parte de sus moradores eran descendientes de agotes. Su castillo, vestigio de la resistencia navarra frente a Fernando el Falsario, su iglesia románica, la tumba del piloto inglés cuya avioneta se estrelló en las inmediaciones en la II Guerra Mundial, y la única casa rehabilitada es cuanto podemos visitar, además de las ruinas. Un lugar bello y singular, de los que dejan huella.
Adjuntamos el enlace que publicamos en abril de 2013, correspondiente a un documental en el que José Antonio Landa, última persona nacida en Peña, relata sus vivencias de la época en la que aquel era un pueblo más de nuestra geografía.
http://gerindabai.blogspot.com.es/2013/04/jose-antonio-landa-ultimo-nacido-en.html