La verdad es que no tenía
gana alguna de escribir sobre este asunto. He terminado la corrección de El Escarmiento y el
recuento de atrocidades no invita a seguir con lo mismo. Necesito un respiro.
Sin embargo, cuando leo las palabras de enojo y rechazo que suscita algo como
el rescate de restos de asesinados en la sima de Urbasa, hace dos días, me digo
que hay algo de fondo que no está solucionado y que no terminó aquel primero de
abril de 1939. Algo oscuro, antipático, enemistoso, más propio de una sociedad
de vencedores y de vencidos regida por el desprecio, algo más enconado hoy si
cabe que hace unos pocos años, porque las circunstancias del presente distan
mucho de ser pacíficas: la fractura y el enfrentamiento sociales son evidentes
y no hacen sino agravarse día a día, de una manera todo lo incruenta (¿seguro?)
que queramos, y sin comparación posible, pero ese clima de hostilidad
permanente… Es un alivio saber que Preston dijo, hace casi dos años, que a
pesar de que hay quien fomenta el odio: “No hay gente en España dispuesta a pasar del odio al
exterminio”.
Miguel Sánchez-Ostiz, en Vivir de Buena Gana