La calle brasileña está enviando un profundo mensaje no sólo al gobierno de Rousseff, sino al conjunto de los gobiernos progresista de la región: la pasividad llegó a su fin. Luego de una década de excelentes precios internacionales para las exportaciones y de una evidente bonanza económica -que parece estar llegando a su fin-, muy poco ha cambiado. En particular, no hay cambios estructurales. (klik egin-ver más)
Raúl Zibechi, en La Jornada