La Iglesia no es ni ha sido históricamente, salvo en casos puntuales, generadora de derechos. Su código es absolutamente coercitivo, punitivo, condenatorio y negativo. Cuando la Jerarquía habla del factor humano siempre lo sitúa en el dolor, la cruz, el sufrimiento. El cristiano se identifica así con Jesús. Consciente de que el hombre busca a los dioses más en los momentos de angustia que de felicidad, la Iglesia sabe que no puede desperdiciar esa baza de la soledad humana y la encauza hacia vírgenes dolorosas y cristos dolientes. La imaginería española da buena fe de ello. (klik egin-ver más)
Blog de Rafael Fernando Navarro