Salazar-Zaraitzu, relegado a la zona mixta de la Ley del Vascuence, aprobada en la época del gobierno de Urralburu, ha sufrido una evidente metamorfosis política en las últimas décadas. Ha sido más lenta que en Aezkoa y más rápida que en Erronkari, pero hay claras similitudes, relacionados con el cambio generacional, en los procesos vividos en estos tres valles pirenaicos.
La incidencia del voto vasquista se manifestó de forma desigual en 1979 y se fue estabilizando en torno al 25%. Era en Ezcároz, localidad de Gabriel Urralburu, el único pueblo del valle en el que ganó el Sí en el referéndum sobre la OTAN, donde el porcentaje era más bajo. En las elecciones forales de 1999, bajo la tregua de ETA, subió ligeramente sin alcanzar el 30% global, y sólo en la pequeña localidad de Itzaltzu, era mayoritario. Las convocatorias de 2003 y 2007 sirvieron para evidenciar la consolidación de esa tendencia. Los resultados del 22 de mayo último arrojan el siguiente balance: UPN, 359 votos; NaBai, 273; Bildu, 253; PSN, 121; CDN, 54; PP, 48; I-E, 27, de forma que el voto vasquista supera hoy claramente al conjunto de la derecha y está muy próximo al 50%.
Todo este proceso ha conocido siempre mayores dificultades en Otsagabia, centro administrativo del valle. El repetido enfrentamiento bipolar para el ayuntamiento entre Muskilda y Errekaidorra, que básicamente venían a representar a la derecha y a la izquierda abertzale respectivamente, se ha saldado repetidamente durante estas décadas con claros triunfos por 4 concejales frente a 3 a favor de la derecha. En ocasiones, como en 1991, por 5 a 2 (366-166 en votos).
El cambio ha venido de la mano de una nueva candidatura, llamada Otsagabia, próxima a los planteamientos de Nafarroa Bai, que con 137 votos, ha obtenido 2 concejales, frente a los 230 de Muskilda (2) y los 117 de Errekaidorra (2). Los votos de esta última han aupado a la alcaldía a Marisa Sáez García-Falces. La diversificación de la oferta vasquista lo ha hecho posible.