Esta es la historia de un final que quiso ser feliz hace muchos años. Cuando hubo una pegatina que cubrió carpetas, cristales de coche y mochilas, aquella que decía Zain Dezagun Belagoa. Hoy, o quizás dentro de unos días, la historia cierra un ciclo amargo en este valle de lágrimas y alegrías compartidas. Mientras el ejercito derribe un edificio que solo se construyó para militarizar una sociedad que nunca se dio por vencida, el viejo refugio Olorón, más conocido como de Belagoa volverá abrir. Quizá coincidan en el tiempo. La historia dicen, no se repite, pero fabrica constantes. Esta vez ha ido más lejos. Se ha mirado en el espejo del pasado y ha decidido saldar las cuentas consigo misma. Y de paso, con este valle encantado.
Paco Roda, en su página de Facebook