sábado, 10 de junio de 2017

DE MANIFAS Y MOCIONES

El pasado sábado, 3 de junio, pudimos presenciar una exhibición de músculo de la derecha navarra, convenientemente arropada por otra derecha más extrema y por el PSN, que ya decidirá dónde se encuentra.
El pretexto, como bien sabemos, es la defensa de los símbolos navarros, escudo y bandera, de las “perversas” intenciones... ¡del propio gobierno de Navarra! 
Junto a esta teatralización se han presentado, con el mismo argumento, mociones en diversos ayuntamientos, especialmente en la Ribera. En Villafranca, en concreto, en el pleno del 6 de junio. 
Como a estas horas ya es sabido, Agrupación Independiente de Izquierdas votó en contra de dicha moción y, mediante este comunicado, queremos mostrar nuestras razones para ello. (klik egin-ver más)
Agrupación Independiente de Izquierdas de Villafranca.  (en e-ribera)

PACIFICAR EL ESTADO

La resolución de los conflictos existentes desde la perspectiva de Euskal Herria (la Zona Especial Norte como denominación “oficial” de nuestro mapa imaginario) pasa por momentos de luces, pero también por ciertos enquistamientos que, tal vez, provengan de la forma de entender las relaciones políticas y sociales. Parece novedoso la forma en la que ETA y los agentes mediadores (Lokarri,  Foro Social Permanente, CIV, Artesanos y otros) han resuelto la carencia de implicaciones claras de los estados francés y español en el proceso de paz. La imagen de una organización armada obedeciendo un mandato popular es sin duda positiva y expresa que lo político está por encima de lo militar. Pero si bien no deja de ser innovador y valiente el proceder de pacifistas y mediadores, la resolución sigue rotando en el paradigma maximalista de la legitimidad de la violencia de Estado, al que definitivamente se entregan unas armas. El significado de la paz, una paz revolucionaria, pasa, en mi opinión, por el cuestionamiento de este modelo absolutista, caduco y ficticio de legitimidad; si se quiere realmente un cambio en que lo político prime por encima de lo militar en las relaciones internas y entre los pueblos.  (klik egin-ver más)
Víctor Abárzuza Fontellas

A CAPELLA

Más allá de la anécdota de la mujer que con una careta y varias banderas de Navarra alrededor se fustigaba con una chistorra -no confundir con birica- lo más -para mí con diferencia- representativo de la manifestación del sábado, por encima del número de asistentes, de la extraña organización -me hizo gracia ver al ex director general de la Agencia Navarra de Emergencias con UPN, David Sáinz, organizando walkie en mano- y hasta de la confusión de los mensajes directos e indirectos lanzados fue cuando uno de los convocantes se puso a cantar el Txoria Txori de Artze y Laboa y ni una sola persona de las que le escuchaban le siguió. Imagino que si nadie le siguió es porque para el 99% de los allí presentes -algunas excepciones siempre hay- Laboa les es tan conocido como John Prine o Gordon Lightfoot y el Txoria Txori una tonada que les suena pero que no tienen ninguna idea ni de qué habla ni de, por supuesto, la letra. Y, en cierta manera, es ese absoluto desconocimiento de la letra y del significado de una canción mítica creada y cantada en una de las dos lenguas cooficiales de esta comunidad la que ejemplifica que para la inmensísima mayoría de los asistentes el euskera -y todo lo que está a su alrededor- es chino mandarín, lo ignoran, no quieren saber nada de él y, en último término y a muchísimos, les da sarpullido. De hecho, si hubiésemos escaneado las mentes de todos los asistentes en el momento en el que el alegre cantor soltaba sus ripios no me cabe ninguna duda de que casi todos pensaban “qué cojones hace este ahora cantando en eso”. Y es la simple existencia de decenas de miles de personas con esas características la que ofrece músculo y volumen a ejercicios espirituales como el del sábado y los que vengan si es que vienen más y hay que agradecerle al cantante solitario que nos permitiera comprobarlo en una sola imagen por si alguien aún no lo sabía.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias