Estuvo el Madrid en Pamplona el sábado a jugar contra Osasuna. Nevó unos 15 centímetros y desde la mañana 12 empleados de Osasuna y 30 de una contrata se dejaron los brazos sobre El Sadar para que a las 9 de la noche se pudiera jugar. Se pudo jugar perfectamente, con la lógica leve molestia que supone hacerlo casi bajo cero y con mínimas partes de césped nevado y duro, pero nada que no hayamos visto mil veces. Todos nos hemos criado viendo barrizales y campos llenos de agua, algo infinitamente peor. Lo del sábado era el parquet de Buckingham Palace comparado. Pues bien, el entrenador del Madrid, Zidane, comentó al finalizar que no se había podido jugar al fútbol dado el estado del terreno de juego y que no se tenía que haber jugado. Por cosas de este pelo es por las que se genera –o aumenta– el asquito por determinados equipos y, ampliando, hasta por determinados deportes. Afortunadamente, los jugadores del Madrid comentaron que sí, que el campo estaba duro, pero que perfecto para jugar. Es que ahora va a resultar que el fútbol es un deporte a jugar de mayo a julio en Copacabana, para que al señorito Zidane le corra bien el balón. A su vez, se quejaba la prensa madridista –esto es, toda la que es nacional, editada o generada en Madrid– que el partido no se debió jugar porque el Madrid vino en mitad de la tormenta el viernes a la tarde noche. Hasta los niños de teta de Uzbekistán sabían a primeros de la semana pasada que el viernes en Madrid iba a haber una tormenta de nieve, pero el Madrid se empeñó en coger su avión el viernes por la tarde. Casi no salen, claro. Y salieron porque el piloto vio que era seguro, pero seguro que el viaje fue jodido. No se puede ser tan prepotente en esta vida, ni pretender que todo encaje en tus caprichos, porque luego te llaman niño pijo y te sorprendes. O no te explicas por qué generas tantísima antipatía. Pues es obvio: por idiotas.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias