Pegatinas como esta, una de las quinientas que se habían repartido en los días previos, se han visto con profusión hoy sobre los uniformes festivos de la gente de Carcastillo, que celebraba el comienzo de sus fiestas. Reivindican el nombre euskérico del pueblo, recogido ya en un inventario, que data de 1284, de las tierras y posesiones del monasterio de Orreaga (Roncesvalles).
Después, ha sido precisamente a la hora del cohete cuando se ha vertido la gota agria en la alegre jornada, al no escucharse el grito bilingüe de ¡Viva Carcastillo! ¡Gora Zarrakaztelu! que tras seis años consecutivos era ya tradición. Unos tensos segundos de espera tras la exclamación únicamente en castellano de José Antonio Chueca, concejal de Independientes de Carcastillo, encargado del lanzamiento, han dado paso a silbidos bastante generalizados del público que llenaba la plaza. La alegría natural del momento no ha impedido que muchas personas expresasen su desagrado por el abandono gratuito de una fórmula bilingüe que no ofende a nadie, que integra a todos en la fiesta en un día que más que ninguno otro del año debe de ser patrimonio colectivo y plural, en el que los sentimientos compartidos se sitúan por encima de desavenencias y diferencias culturales e ideológicas. Algo tan elemental como la estrecha relación entre la transversalidad de la fiesta y la cohesión social de un pueblo es lo que hoy se ha ignorado en Carcastillo.
Praxku
Después, ha sido precisamente a la hora del cohete cuando se ha vertido la gota agria en la alegre jornada, al no escucharse el grito bilingüe de ¡Viva Carcastillo! ¡Gora Zarrakaztelu! que tras seis años consecutivos era ya tradición. Unos tensos segundos de espera tras la exclamación únicamente en castellano de José Antonio Chueca, concejal de Independientes de Carcastillo, encargado del lanzamiento, han dado paso a silbidos bastante generalizados del público que llenaba la plaza. La alegría natural del momento no ha impedido que muchas personas expresasen su desagrado por el abandono gratuito de una fórmula bilingüe que no ofende a nadie, que integra a todos en la fiesta en un día que más que ninguno otro del año debe de ser patrimonio colectivo y plural, en el que los sentimientos compartidos se sitúan por encima de desavenencias y diferencias culturales e ideológicas. Algo tan elemental como la estrecha relación entre la transversalidad de la fiesta y la cohesión social de un pueblo es lo que hoy se ha ignorado en Carcastillo.
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