Del padre que presuntamente acuchilló a su hija se encargará la justicia. Es un crimen machista de libro: vengarse de la madre a través de la violencia contra su hija. Pero la justicia debe también ocuparse de la situación de Izar y de su madre, Sara Majarenas, presa en Picassent por pertenencia a ETA. Sin delitos de sangre, ha cumplido doce de los trece años a los que fue condenada y en marzo al cumplir su hija tres años, iban a ser separadas. De hecho, ya lo están: una en la cárcel por una política penitenciaria vengativa e Izar en el hospital luchando por su vida. Por humanidad, y también por justicia, Sara debería estar ya con su hija y en Euskadi, con su entorno.
Xabier Lapitz, en orain.eus