No podemos delimitar la posible responsabilidad del seguidor coruñés asesinado ni la de los Riazor Blues en los incidentes previos al tristísimo hecho acaecido ayer en Madrid. Lo constatable es que lo que tantas veces habían pronosticado los familiares de Aitor Zabaleta se ha confirmado fatalmente dieciséis años después. Otro crimen en el haber de los ultras psicópatas del Atlético de Madrid. Su presidente Enrique Cerezo miente al desvincular el crimen del ambiente que se vive una y otra vez en un sector de su graderío, algo muy distinto cualitativamente de la pasión y excesos verbales y a veces no verbales que se puedan registrar en otros campos. Pero hay más culpables. El día que algún árbitro mande parar el partido al oír estos gritos delictivos y ofensivos para la memoria de una víctima inocente y para el conjunto de los vascos, el día que demuestren que de verdad se quiere desalojar a todas estas decenas de fascistas instigadores a la violencia, se habrá comenzado a combatir el caldo de cultivo que hace posible hechos como el de ayer que avergüenzan al mundo del fútbol.
Praxku